El estudio milanés inicia en 2018 como un proyecto de investigación sobre el potencial evocador de los objetos.

El seudónimo Berenice resume una consideración:la identidad del diseñador es completamente superflua frente a la capacidad de los proyectos de estimular, coexistir y ser vividos diariamente.
Los objetos con los que nos rodeamos están perdiendo su tranquilizadora familiaridad y su singular capacidad de cuestionarse a sí mismos, características que pertenecen a una estética universal de la que nos estamos distanciando involuntariamente.
El frenesí del consumo propone dinámicas impersonales que, con el tiempo, han privado a estos objetos de su intimidad.

Una intimidad que Berenice intenta recordar.